domingo, 21 de diciembre de 2014

Rompiendo el calendario de números oxidados.

Permanecer en el aire flotando y fluir entre aromas que te recuerdan personas, lugares, épocas. Envolverme en el invierno de una bufanda, colgarme del viento para llegar a tu nariz. Y encontrarme entre los aromas del mes más frío del año para poder respirarme. Todo fluye y se conecta, los caminos quieren llegar a mis pisadas, tus brazos a mis abrazos, mi sonrisa a tu mirada, mis oídos a tus palabras. Solo tienes que encontrar el punto exacto donde mi piernas tiemblen y entonces caiga en un abismo de decisión. Y transpórtame a ese lugar donde te llevas mis penas de marzo y encuentras las alegrías del mes de las ciudades iluminadas. Dicen que allí, donde se encuentra mi verdad, puedes descubrir más de lo que las palabras dicen, más de aquello que no puedes contar pero acabas conociendo en noches donde las botellas vacías están presentes y el fuego está en tu boca.

Es tan simplemente complicado que lo lograrás si sabes romper las reglas de de mis ideales. Convénceme de que el horizonte está cerca, que el futuro es una falsa dimensión y que tu alegría es también la mía. Descúbreme en la locura de los presentes y guárdame en la memoria del corazón. Pintémonos con recuerdos que no traigan la nostalgia de la mano si no una sonrisa por todo lo que viviremos. No me permitas pensar que mataría por diez minutos más, ni evites que encuentre respuestas de tus guiños y sonrojos. Que sea una historia sin brújula ni rumbo fijo, una aventura de peleas dulces y sábanas arrugadas. No lo intentes, consíguelo en los rincones de lo inesperado, en imprevistos de miradas que encajan perfectamente en nuestros vértices.

No me busques, pero acábame encontrando. Conviérteme en el deseo de una noche de estrellas fugaces donde tus ojos son el cielo y los míos el campo. Conviértete en la estación donde no existe el tiempo y quiera quedarme a vivir. No me hagas preguntarme si eres mi  cálido destino, simplemente haz que lo sepa y sobre todo, permíteme conocer el sabor de la victoria de tu cuerpo, la deliciosa certeza de mi dirección.