Y aparecieron las ganas de huida. Otra vez, ahí
estaban en ese momento en el que tu mente volaba en otra dirección a la que
llevaba el autobús en el que ibas montada. En este caso no eran ganas de
escapar de Madrid y de todo lo que hay en ella, simplemente eran ganas
de sentirse viva.
Creo que todo el mundo debería encontrar eso que
le hace revivir y sentir esa ilusión por la vida, no hay que caer en ese
torbellino de rutina que amenaza cada semana con atraparnos, no dejarnos
escapar y volvernos a todos unos malhumorados todas las mañanas. Cuando lo
encuentras no quieres parar, te vuelves en un adicto inseparable de su droga,
tan potente que te asustas y preguntas si esto afectará a tu vida tanto como
crees que podría llegar a hacerlo.
Yo me considero adicta a la improvisación. No
soporto tener planeado a la perfección cada día, semana, futuro... ¿Por qué las
personas quieren tenerlo todo controlado? Es imposible, aburrido y estresante.
No siempre todo va a salir como piensas y luego vienen las desilusiones. Los
días me han hecho darme cuenta de que lo mejor es ir viendo lo que depara el
día a día. La espontaneidad es lo mejor
que existe y vivir por impulsos no siempre tiene por qué salir mal. Sentir
esa energía de estar haciendo lo que quieres en el momento justo y preciso, no
importa el futuro. No hay por qué darle tantas vueltas a todo ni pensar qué es
lo que puede pasar en días posteriores si ahora tomo esta determinada decisión.
Personalmente necesito tener experiencias,
vivir y sentir la naturaleza, la esencia de la novedad.
A veces podemos experimentar ese miedo al caminar
sobre ideas nómadas. Las nuevas situaciones a las que podemos enfrentarnos o la
sensación de dejar atrás caminos que al final no tomamos. Pero, considero que
eso forma parte de nuestro aprendizaje, dejar
sangrar emociones, dejar que curen y pasen por nosotros mismos el tempo
necesario, sin reprimirnos. Esto es lo que necesitamos para poder evolucionar
como personas. Y es ahí cuando entonces aprendemos que todo evoluciona, no nos
mantenemos estáticos ni pegados a un momento, lugar, persona o sensación.
La certeza
de saber que somos dueños de nosotros mismos es lo que más me seduce de la vida.
El encanto que tiene todo lo desconocido como los lugares a los que viajar, culturas
que conocer, personas, sentimientos, vivencias... ¿Por qué no comenzar ya? La libertad y la simple belleza de la vida son algo demasiado valioso
como para desperdiciarlo.