Creo que no sabéis lo que
significa para mi. Ni siquiera os acercáis a imaginar cómo me siento cuando
estoy allí. No, no lo sabéis porque no veis lo que yo puedo ver a través de mis
ojos, no podéis mirar como yo lo veo, como el sentimiento se hace tan intenso
que explota tan rebosante de luminosa alegría.
No, no lo sabéis. Es una sensación de felicidad absoluta, de pacer, de
sentir que la vida avanza hacia un lado positivo, de libertad; sientes que
estás haciendo lo que más deseas con tu vida,
que por un momento has encontrado tu lugar y por nada quieres que el
tiempo allí avance pero sabes que eso no ocurrirá y al contrario de los deseos,
el tiempo, los momentos, los atardeceres y esa brisa que te hace sentir tan
vivo va desvaneciendo más rápido de lo que te gustaría.
Es un sitio con magia, como el
cuento de Peter Pan. Lo más increíble es que no se cómo explicarme que allí he
pasado unos de los momentos más felices de mi vida, que me he sentido más vital
que nunca, llena de energía, que no existía los problemas, porque solo había
espacio para el presente y no importaba todo lo demás. Vivía cada segundo como si supiera que un
minuto después no fuera a estar todo aquello delante de mis ojos y fuera a
desaparecer porque me parece tan increíble que todavía pienso que si parpadeo,
cuando abra los ojos ya no estará allí. No sé cómo explicar con palabras lo que
de verdad siento. Recuerdo que con solo mirar el paisaje lloraba de la
felicidad y me preguntaba por qué no puedo sentirme siempre tan increíblemente
bien como allí. Los problemas, ciertos recuerdos que quiero olvidar y personas
no aparecían en mi mente, no había lugar para nada malo porque el bienestar y
la felicidad lo envolvía todo.
Despedirme fue lo peor, era como
un nudo en la garganta insoportable que te va ahogando lentamente y te falta el
aire, era como un barco que nunca llega a su destino, era agonía y angustia,
era fin, era despedida. Odio las despedidas, odié despedirme de esos días, del
lugar, de su aire, de nuestros nuevos amigos. Solo podía pensar en cuándo
volvería a ver aquellas casas, aquellas personas fantásticas que conocí allí,
aquellos rayos de sol entre las nubles, los buenos músicos tocando en la calle,
las praderas de los parques, el río, sus puentes... Pero prefiero quedarme con
los montones de recuerdos geniales que me hacen darme cuenta de que siempre a
pesar de todo la felicidad existe, se mantiene en un rincón de nosotros, y
también los lugares con magia que nos hacen sentirnos absolutamente vivos,
fuertes y poderosos. ¿No podría vivir sin su aire?
Quién sabe si algún día volveré
para quedarme. Si os dijera que nunca voy a volver, os estaría mintiendo y me
parecería absurdo ya que mi vida allí me hace continuar adelante cada segundo
en busca de la persona que quiero ser, en busca de mis sueños. Hace años
prometí que regresaría y que volvería a disfrutar de cada rincón de esa
fantástica ciudad y lo cumplí. Ahora, lo vuelvo a hacer.
Porque como dijo Samuel Johnson: "Cuando un hombre está cansado de Londres,
está cansado de la vida, pues allí se encuentra todo lo que la vida puede
ofrecer".
Big Ben
Hyde Park
Trafalgar Square
St Paul's Cathedral and Millenium Bridge
London Eye and River Thames
*Fotografías propias.