domingo, 20 de julio de 2014

Cuando te sientes tan completo que no necesitas nada más que permanecer allí.

Creo que no sabéis lo que significa para mi. Ni siquiera os acercáis a imaginar cómo me siento cuando estoy allí. No, no lo sabéis porque no veis lo que yo puedo ver a través de mis ojos, no podéis mirar como yo lo veo, como el sentimiento se hace tan intenso que explota tan rebosante de luminosa alegría.  No, no lo sabéis. Es una sensación de felicidad absoluta, de pacer, de sentir que la vida avanza hacia un lado positivo, de libertad; sientes que estás haciendo lo que más deseas con tu vida,  que por un momento has encontrado tu lugar y por nada quieres que el tiempo allí avance pero sabes que eso no ocurrirá y al contrario de los deseos, el tiempo, los momentos, los atardeceres y esa brisa que te hace sentir tan vivo va desvaneciendo más rápido de lo que te gustaría.

Es un sitio con magia, como el cuento de Peter Pan. Lo más increíble es que no se cómo explicarme que allí he pasado unos de los momentos más felices de mi vida, que me he sentido más vital que nunca, llena de energía, que no existía los problemas, porque solo había espacio para el presente y no importaba todo lo demás.  Vivía cada segundo como si supiera que un minuto después no fuera a estar todo aquello delante de mis ojos y fuera a desaparecer porque me parece tan increíble que todavía pienso que si parpadeo, cuando abra los ojos ya no estará allí. No sé cómo explicar con palabras lo que de verdad siento. Recuerdo que con solo mirar el paisaje lloraba de la felicidad y me preguntaba por qué no puedo sentirme siempre tan increíblemente bien como allí. Los problemas, ciertos recuerdos que quiero olvidar y personas no aparecían en mi mente, no había lugar para nada malo porque el bienestar y la felicidad lo envolvía todo.

Despedirme fue lo peor, era como un nudo en la garganta insoportable que te va ahogando lentamente y te falta el aire, era como un barco que nunca llega a su destino, era agonía y angustia, era fin, era despedida. Odio las despedidas, odié despedirme de esos días, del lugar, de su aire, de nuestros nuevos amigos. Solo podía pensar en cuándo volvería a ver aquellas casas, aquellas personas fantásticas que conocí allí, aquellos rayos de sol entre las nubles, los buenos músicos tocando en la calle, las praderas de los parques, el río, sus puentes... Pero prefiero quedarme con los montones de recuerdos geniales que me hacen darme cuenta de que siempre a pesar de todo la felicidad existe, se mantiene en un rincón de nosotros, y también los lugares con magia que nos hacen sentirnos absolutamente vivos, fuertes y poderosos. ¿No podría vivir sin su aire?

Quién sabe si algún día volveré para quedarme. Si os dijera que nunca voy a volver, os estaría mintiendo y me parecería absurdo ya que mi vida allí me hace continuar adelante cada segundo en busca de la persona que quiero ser, en busca de mis sueños. Hace años prometí que regresaría y que volvería a disfrutar de cada rincón de esa fantástica ciudad y lo cumplí. Ahora, lo vuelvo a hacer.


Porque como dijo Samuel Johnson: "Cuando un hombre está cansado de Londres, está cansado de la vida, pues allí se  encuentra todo lo que la vida puede ofrecer".


Big Ben

Hyde Park

Trafalgar Square

St Paul's Cathedral and Millenium Bridge

London Eye and River Thames

*Fotografías propias.

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