Como cuando ves que todo pasa por
delante tuyo a una velocidad increíble, como cuando aceleras una película. Las
personas siguen su vida, los días van pasando, amanece , anochece y vuelve a
amanecer. Los coches esperan semáforos, aceleran, miradas que se cruzan, horas
de sueño, autobuses que se pierden, tiempo que pasa y no vuelve. Al día siguiente
es lo mismo pero distinto. Los edificios
caen, la ciudad se destroza, los niños lloran, todo se destruye, se mastica
tragedia y polvo. Aunque quieras, no puedes hacer nada.
Todo se mueve pero mis pies están
quietos.
Y ahí estoy yo. Inmóvil. Mirando
el vértigo del futuro, sin ni siquiera pestañear o intentar hacer algo por
cambiar aquello que es inevitable. Respirando tranquilamente y sonriendo
mientras mi interior se encuentra atrapado, histérico y gritando locamente queriendo
escapar de un cuerpo estático. ¿Qué
pasa?
La sociedad es una mierda y tú
también. No esperes nunca ser rescatado del incendio. Me quemo entre las llamas
que sofocan mis pensamientos, mis idas y venidas, los segundos de mi vida. Y me
doy cuenta en este caso de que si no te salvas tu, nadie lo hará. No esperes encontrar
agua en el desierto ni trofeos sin ganar.
El día que abra la boca saldrá tanto
fuego que no se extinguirá.
Diría que me apetece gritar,
mojarme con la tormenta e irme. Quiero irme rápido y lejos, sin mirar atrás. Lo
diría, pero solo lo pienso. Lo pienso constantemente e idealizo, sueño y
fantaseo con vidas en una maleta, con ilusiones, con calles de otra ciudad.
Pero mientras todo esto ocurre dentro de mi perímetro queriendo huir yo sigo
ahí, sonriendo e inmóvil queriendo gritar pero sin hacer ruido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario