miércoles, 11 de junio de 2014

Gritando con la boca cerrada.

Como cuando ves que todo pasa por delante tuyo a una velocidad increíble, como cuando aceleras una película. Las personas siguen su vida, los días van pasando, amanece , anochece y vuelve a amanecer. Los coches esperan semáforos, aceleran, miradas que se cruzan, horas de sueño, autobuses que se pierden, tiempo que pasa y no vuelve. Al día siguiente es lo mismo pero distinto. Los edificios caen, la ciudad se destroza, los niños lloran, todo se destruye, se mastica tragedia y polvo. Aunque quieras, no puedes hacer nada.

Todo se mueve pero mis pies están quietos.

Y ahí estoy yo. Inmóvil. Mirando el vértigo del futuro, sin ni siquiera pestañear o intentar hacer algo por cambiar aquello que es inevitable. Respirando tranquilamente y sonriendo mientras mi interior se encuentra atrapado, histérico y gritando locamente queriendo escapar de un cuerpo estático.  ¿Qué pasa?

La sociedad es una mierda y tú también. No esperes nunca ser rescatado del incendio. Me quemo entre las llamas que sofocan mis pensamientos, mis idas y venidas, los segundos de mi vida. Y me doy cuenta en este caso de que si no te salvas tu, nadie lo hará. No esperes encontrar agua en el desierto ni trofeos sin ganar.

El día que abra la boca saldrá tanto fuego que no se extinguirá.

Diría que me apetece gritar, mojarme con la tormenta e irme. Quiero irme rápido y lejos, sin mirar atrás. Lo diría, pero solo lo pienso. Lo pienso constantemente e idealizo, sueño y fantaseo con vidas en una maleta, con ilusiones, con calles de otra ciudad. Pero mientras todo esto ocurre dentro de mi perímetro queriendo huir yo sigo ahí, sonriendo e inmóvil queriendo gritar pero sin hacer ruido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario