Dejaremos de necesitarnos. Todos lo sabemos: tú, yo, ellos, e incluso el niño que se columpia en el parque ajeno al mundo que le rodea. Será progresivo y simple como un suspiro en una noche de nostalgia y silencio. Queriéndolo o no, sucederá. Todo el mundo está envuelto en su propio mundo de logros y fracasos, de expectativas. Porque todos tenemos expectativas y algunos no pararán hasta conseguirlas ya sean abandonando su pasado o pasando por encima de los demás. Y luego, me pasa lo de siempre. Me pongo a pensar en las personas y llego a las mismas conclusiones. Algunos solo se dedican a ellos mismos buscando su propio beneficio sin pensar en nadie más, otros quieren abarcar tanto que al final se quedan sin nada.
Todo se reduce a una densa
dispersión de gente intentando encontrar su felicidad en momentos, lugares o
personas. La hipocresía va llenando nuestros días de auto-engaños y falsas
sonrisas que cada vez se desvanecen antes. ¿Por qué esas caras largas si
sabíamos que llegaríamos a este punto? El tiempo últimamente me demuestra cada
vez más. Yo, sinceramente prefiero quedarme con aquellas personas que brillan y
que te miran a los ojos diciéndote las cosas tal cual son, sin engaños, ni intenciones
ocultas. Mirando cada día, cada amanecer sonriendo a todo aquello que comienza
y merece la pena.
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